lunes, 20 de diciembre de 2010

El Vate - El Credo

Introducción

Estimados lectores y participantes de este blog, ahora que nos encontramos en el cierre del año del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, encontré muy adecuado el poema de Ricardo López Méndez titulado “El Credo” puesto que es un verdadero himno al amor por nuestro país, es como una oración a la sagrada sangre de nuestros próceres y como un reconocimiento a los hombres y mujeres que con su diario sudor hacen posible que la nación salga adelante.

Es así que “El Viento Canta” hace un homenaje merecido a este ilustre letrista yucateco, por lo que se publica una breve semblanza biográfica, finalmente dejémonos motivar, hasta erizar la piel, con su bello poema dedicado a nuestra tierra y a sus hijos.

Ricardo López Méndez

“El Vate” vio por primera vez la luz, en la hermosa ciudad de Izamal, en el estado de Yucatán en el año de 1903 el 7 de Febrero de la mano de sus padres Don Juan López Pacheco y Dña. Francisca Méndez Palma.

Fue director de la Biblioteca Pública y asesor personal del gobernador Felipe Carrillo Puerto (1922 a 1924).

RCA Victor grabó sus poemas “El Credo Mexicano” y “El Poema en tu Cuerpo” en la voz de Manuel Bernal “El Declamador de América”. Entre otras obras de este poeta, ensayista y periodista, figuran “La Imprenta en Yucatán” y “Voz en la Piedra”, esta última la dedicó  a su estado natal con motivo del IV Centenario de la fundación de Mérida, su capital.

En total escribió 150 poemas que fueron musicalizados para volverse canciones inmortales, conocidas incluso fuera de nuestra frontera. Ricardo Palmerín compuso la música del poema “Languidece una Estrellita”, otras canciones como “Golondrina Viajera”, “Nunca”, “Quisiera” y “Aléjate” que fueron acompañadas en la sonoridad del trovador yucateco Guty Cárdenas.

Antonio Mediz Bolio, otro renombrado poeta yucateco, le otorgó el sobrenombre de “El Vate”, pues nadie como él pudo vaticinar el devenir de su pueblo y descifrar su profundo misterio.  Como periodista, laboró en el Diario de Yucatán, Novedades, Excélsior, El Universal y El Nacional.

El Vate falleció a los 86 años en la ciudad de Cuernavaca, Morelos el 28 de Diciembre de 1989.

El Credo
México, creo en ti,
como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía,
y sin embargo ríes demasiado,
acaso porque sabes que la risa
es la envoltura de un dolor callado.

México, creo en ti,
sin que te represente en una forma
porque te llevo dentro, sin que sepa
lo que tú eres en mí; pero presiento
que mucho te pareces a mi alma,
que sé que existe, pero no la veo.

México, creo en ti,
en el vuelo sutil de tus canciones
que nacen porque sí, en la plegaria
que yo aprendí para llamarte Patria:
algo que es mío en mí como tu sombra,
que se tiende con vida sobre el mapa.

México, creo en ti,
en forma tal que tienes de mi amada
la promesa y el beso que son míos,
sin que sepa por qué se me entregaron:
no sé si por ser bueno o por ser malo
o porque del perdón nazca el milagro.

México, creo en ti
sin preocuparme el oro de tu entraña:
es bastante la vida de tu barro
que refresca lo claro de las aguas
en el jarro que llora por los poros
la opresión de la carne de tu raza.

México, creo en ti,
porque creyendo te me vuelves ansia
y castidad y celo y esperanza.
Si yo conozco el cielo, es por tu cielo,
si conozco el dolor, es por tus lágrimas
que están en mí aprendiendo a ser lloradas.

México, creo en ti,
en tus cosechas de milagrerías
que sólo son deseo en las palabras.
Te consagras de auroras que te cantan
¡y todo el bosque se te vuelve carne!,
¡y todo el hombre se te vuelve selva!

México, creo en ti,
porque nací de ti, como la flama
es compendio del fuego y de la brasa;
porque me puse a meditar que existes
en el sueño y materia que me forman
y en el delirio de escalar montañas.

México, creo en ti,
porque escribes tu nombre con la equis,
que algo tiene de cruz y de calvario;
porque el águila brava de tu escudo
se divierte jugando a los volados
con la vida y, a veces, con la muerte.

México, creo en ti,
como creo en los clavos que te sangran,
en las espinas que hay en tu corona,
y en el mar que te aprieta la cintura
para que tomes en la forma humana
hechura de sirena en las espumas.

México, creo en ti,
porque si no creyera que eres mío
el propio corazón me lo gritara
y te arrebataría con mis brazos
a todo intento de volverte ajeno
sintiendo que a mí mismo me salvava.

México, creo en ti,
porque eres el alto de mi marcha
y el punto de partida de mi impulso.
¡Mi creo, Patria, tiene que ser tuyo,
como la voz que salva y como el ancla...!

jueves, 2 de diciembre de 2010

Escritura Automática (Rilmy Rubí Cámara Cruz)

Puerta que desde mi interior,
Deslumbra ante mí la costa del mar Caribe,
Recuerdos de atardecer;
Caracolas, piedras preciosas del mar,
De cálidas y transparentes aguas
Manos que se entrelazan, suspiros de atardecer
Nadie puede inmutarse a tal sensación,
El cielo, la arena, el mar…
Con delicadas olas que se mueven al vaivén de mi corazón
Tiempo para amar, para entregarse a la vida “ser feliz”; 
Porque al mirar en mí, vibro
Se vuelcan curvas, espirales, garabatos en el pensamiento
En este siglo vivido, a flor de sentimientos encontrados
Por haber vivido en una ola que me levanta y me regresa de vuelta,
A esta realidad hostil y terrestre.